Historia - Tras la última Ruina -

La Capilla nos enseña que fue la arrogancia del hombre la que trajo a los engendros tenebrosos a nuestro mundo. Los magos intentaron usurpar el cielo, pero solo consiguieron destruirlo. Fueron expulsados, corrompidos y malditos por su propia corrupción. Regresaron en forma de monstruos, los primeros engendros tenebrosos. Se convirtieron en la Ruina que asola las tierras, incontenible e implacable.

Los reinos enanos fueron los primeros en caer, y desde los Caminos de las Profundidades los atacaron una y otra vez hasta casi aniquilarlos.

Entonces llegaron los Guardas Grises.

Hombres y mujeres de todas las razas, guerreros y magos, bárbaros y reyes... Los Guardas grises sacrificaron todo para contener la oleada de oscuridad... y prevalecieron.

Durante cuatro siglos permanecieron vigilando el regreso de los engrendros tenebrosos y su leyenda se perdió en el trascurrir del tiempo. Eran pocos y aquellos que los llamaban héroes mucho tiempo hacía que los habían olvidado. Sus advertencias fueron ingnoradas y vilipendiadas hasta que fue demasiado tarde y un dios oscuro se alzó en el sur a la cabeza de una horda.

Y los Guardias Grises partieron a hacerles frente.

Superados en número y traicionados por aquellos a los que habían jurado proteger fueron casi aniquilados. Pero el destino quería que unos pocos sobrevivieran para de nuevo plantar cara a sus eternos enemigos. Perseguidos y acosados consiguieron unir el reino y pronto una legión de hombres, enanos y elfos, magos, nobles y plebeyos se unieron a su cruzada y sobre la capital de Ferelden libraron su batalla.

El cielo vomitó fuego y la tierra tembló mientras los ejércitos se destrozaban entre si dejando un reguero de cadáveres en un combate de proporciones como no se ha visto igual. Al final los Guardias Grises y sus aliados de nuevo consiguieron vencer al dios y disolver su horda en una desesperada batalla.

La Ruina terminó con la muerte del Archidemonio...

... pero los engendros tenebrosos no desaparecieron sin más.


Han pasado tres décadas desde aquella victoria y ahora una tormenta de oscuridad sin precedentes se prepara para estallar.
Y todos se preguntan ¿Dónde están los Guardias Grises?

Cuentos de la Edad del Dragón


La historia se escribe con sangre reza el dicho y en el caso de Ferelden es mucho más que un mero refrán. El reino se ha enfrentado a la invasión orlesiana, a una terrible guerra civil que casi consigue teñir el horizonte con brillos carmesíes y hasta la terrible e imparable Ruina. Y a pesar de todo, ha sobrevivido. Y eso es algo ha contagiado a sus habitantes. Son supervivientes ante todo, y si osan preguntarles, en las noches oscuras o en vivas celebraciones, no dudan en narrar ante todos algunas de esas historias. De sus poderosos héroes, de sus duras batallas y sus desesperadas victorias. Pero quizás, de todas ellas, la que más gustan contar es la de la última Ruina. De cómo el gran rey Alistair Theirin consiguió reclamar el trono de las garras del traidor Loghain y del héroe sin nombre que enfrentó a un dios oscuro en el punto más alto del fuerte Drakkon y finalmente le dio muerte. Es una historia que cualquier campesino gusta de narrar. Y dice lo siguiente…

Algunos cuentan que el que llegaría a convertirse en el héroe de Ferelden nació de una cuna humilde y otros que provenía de un antiguo linaje ya olvidado. Sea como fuere, pocos saben realmente su nombre, aunque nadie olvidará nunca su hazaña. Se dice que era un mago muy poderoso, aunque la Capilla asegura que estaba bendito por el mismo Hacedor, y pocos osan contradecirla. Poco se sabe de sus primeros días, pero se cuenta que los pasó en la torre del Círculo de los Hechiceros, en la profundidad del lago Calenhad, donde ya en su juventud demostró un gran poder y mucha mesura. Su talento era tal, dicen las leyendas, que logró impresionar al comandante Duncan de los Guardas Grises, y este, lo llevó consigo hacia el sur donde se preparaba una gran batalla. En esta batalla, el rey Cailan Theirin, hermanastro del rey Alistair, se enfrentaría cara a cara a la Ruina y la detendría antes de que amenazara al reino. Allí, el héroe sin nombre conoció al guarda gris Alistair cuya amistad acabaría siendo legendaria. El héroe se enfrentó a los engendros tenebrosos en la espesura y superó su prueba de iniciación, convirtiéndose en uno de los famosos Guardas Grises.

La batalla fue terrible. El cielo tronó y las espadas se alzaron en un grito de desafío. Encomendando sus almas al Hacedor, los hombres de Ferelden se lanzaron a la batalla con todo el valor de su corazón junto a su rey. Y el gran y noble rey Cailan lo hubiese logrado de no ser por la vil traición de su general, el Teyrn Loghain Mac Tir. Cuando el rey se vio superado, este traidor mandó retirar a sus tropas y abandonarlo a un aciago destino. Esto costó la vida al amado rey, al comandante Duncan de los Guardias Grises y a muchos buenos hombres y mujeres de Ferelden.

Cuentan que en mitad de la batalla el héroe sin nombre y el guarda gris Alistair, superados en número se refugiaron en una gran torre, donde conocieron a una soldado llamada Nadia que había venido a Ostagar en busca de justicia. No era otra que Nadia Cousland, hija del Teyrn de Pináculo, cuya familia había sido asesinada en un vil acto de traición. Realmente debían estar benditos por el Hacedor, pues sobrevivieron a la batalla cuando otros muchos no lo hicieron.
Heridos y desesperados, contemplaron como todo se había perdido; la Ruina avanzaba y el traidor se coronaba regente, amenazando con llevar el reino a la guerra civil en la hora más oscura.


Pero en el peor momento fueron conscientes de lo que debían hacer y nació en ellos una determinación sin precedentes. Los dos últimos Guardas Grises unirían el reino y pondrían fin a la oscuridad. Muchas cuentan, fueron sus aventuras. Enfrentaron enemigos terribles y conocieron extraños y leales aliados. Algunos también comparten su leyenda, como Morrigan la bella y mortal bruja de la Espesura, la hermana Leliana de la Capilla que según dicen escuchaba la voz del propio Hacedor, o el gigante qunari Sten, de quién se dice que poseía la fuerza de 10 hombres y era más alto que un ogro. Muchos peligros superaron y tiempo transcurrió hasta que consiguieron su propósito. Buscaron a los enanos en Orzammar y a los elfos vagabundos, los Dalishanos. Consiguieron la ayuda de los magos y los templarios de la Capilla. Allí por dónde pasaban los campesinos se los unían al oír su nombre y el mensaje que traían. Poco a poco su número fue creciendo, hasta que al final fueron un ejército en plena cruzada contra la Ruina.

Dicen las historias que en Denerin, Alistair de los Guardas Grises venció en un duelo en mitad de una reunión del consejo del Bannor al Traidor Loghain, desenmascarándolo de sus crímenes y dándole muerte. Allí mismo, Alistair fue coronado rey y el ejército se preparó para hacer frente a la Ruina. Cuando la inescrutable horda negra de engendros tenebrosos se lanzó sobre la ciudad los valientes ciudadanos le hicieron frente. Plebeyos y caballeros, elfos y enanos, magos y soldados. Todos unidos como uno solo.

Mientras las batallas se recrudecían en la ciudad, el rey y el héroe sin nombre marcharon para dar muerte al terrible Archidemonio que había reclamado los cielos de la ciudad. Gracias a su gran valor, el dios fue herido y tomó tierra sobre la torre más alta del fuerte Drakkon, donde los Guardas Grises libraron su batalla. Horas incontables pasaron enfrentados hombre y dios, magia y colmillos, acero y escamas. Hasta que al final el héroe sin nombre consiguió cortar de un golpe la cabeza de la bestia.

Muchas vidas sin duda se habían perdido, pero más aún se habían salvado. Ferelden estaba a salvo y los héroes fueron recibidos como tales por nobles y plebeyos. A nadie sorprendió que el rey Alistair contrajera matrimonio en los meses posteriores con lady Nadia Cousland, convirtiéndose así en reina y gobernando felices y con justicia durante muchos años.

Y del destino del héroe sin nombre poco se sabe. Según dicen las historias se marchó poco tiempo después para no volver nunca más. Hay quién dice que este héroe también estaba enamorado de lady Nadia y que marchó para no herir ni molestar a su amigo. Nadie lo sabe con certeza. Un día se perdió en las montañas y nunca nadie lo volvió a ver.

Nadie recuerda hoy su nombre, pero ninguno ha olvidado sus hazañas.

Del regreso del rey y los tiempos venideros.


El júbilo y la festividad inundaron el reino cuando el rey tomó por esposa a su prometida y una época de paz se auguraba en el horizonte. Con la Ruina derrotada y el justo rey en su trono, solo quedaba emprender las largas tareas de reconstrucción y esperar los tiempos tranquilos que se aproximaban. Cuando el rey Alistair Theirin fue coronado oficialmente, un tiempo después de que la Ruina acabase, se preparó para realizar algunos cambios en la política tradicional de reino que no agradaron a todos. Alistair se mostró como un rey justo y liberal que rompió con los arcaicos esquemas que habían regido Ferelden en el pasado.

Su primera actuación fue cambiar la ley por la que las mujeres de sangre real no podían gobernar Ferelden, creando así un hito sin precedentes en el reino. Los cambios ejercidos fueron recogidos en el Manifiesto Real de la Edad del Dragón, entre los que se encontraban más libertades para los elfos, que ahora tenían un representante en la Asamblea de Nobles y su propio Bann. También dotó de cierto autogobierno a los magos del Círculo y mejoró la calidad de vida de los plebeyos de Ferelden. Todo esto le hizo ganarse enemistades entre los ricos y poderosos así como obtener el amor de su pueblo. Tuvo legendarios enfrentamientos con los dirigentes de la Capilla y en más de una ocasión se enfrentó a un intento de asesinato que no dio frutos.

Sin duda, el rey Alistair nunca fue amante de la política, campo de batalla que no llegaba a comprender y que dejaba a su esposa. La reina Nadia demostró grandes dotes de liderazgo y gran habilidad para la intriga y la política y también fue muy amada por su pueblo. Los bosques de todo el reino se detuvieron y los pájaros trinaron de gozo cuando la reina quedó en cinta y fue fiesta popular en todo el reino. Alistair y Nadia gobernaron y se amaron durante muchos años, dejando un hermoso y muy recordado legado tras de sí. Cuando el heredero nació el propio Hacedor pareció besarlo en su frente y su hermosura y dicha no conoció límites.

Pasaron 10 años desde su nacimiento y los problemas reales empeoraron. Los gobernantes se enfrentaron a una fuerte oposición del sector más conservador, mientras que grupos de bandidos y un nuevo grupo de elfos anti-humanos comenzaron a asesinar a ciertos nobles del reino promoviendo la lucha para obtener la libertad de su pueblo. En este momento de necesidad el rey parecía distante, apagado, perdido y la reina no daba a vastos. Nadie temía con todo su corazón que la Ruina que infectaba el corazón de su marido estuviese ganando la pelea y por tanto, llegando a sus últimas horas de vida. Un día, el rey junto a sus caballeros guardaespaldas de confianza marchó hacia un destino incierto que solo él y la reina conocían. Todo el reino guardó silencio cuando semanas más tarde, un único caballero regresó con terribles noticias: el rey había muerto. Había sido atacado por elfos Dalishanos en la espesura y había resultado muerto cuando luchaba contra ellos. La muerte del rey sacudió el reino. Los elfos fueron tachados de culpables y su situación empeoró.

La reina fue instaurada regente e intentó mantener unido a los nobles, pero Alistair se había ganado demasiados enemigos dispuestos a volver al antiguo modo. El Manifiesto fue derogado y todo lo que el rey consiguió se perdió. Los elfos han sufrido una fuerte represión, bandas de bandidos y engendros tenebrosos de la última Ruina saquean y matan en los pequeños pueblos y aldeas en su camino, las relaciones con los reinos enanos empeoran y han sido tachados de cobardes por no salir en ayuda de sus antiguos amigos. Ferelden se desmorona y nadie sabe la verdad sobre las circunstancias en las que murió el rey ni que buscaba en el sur cuando desapareció. Se avecinan tiempos oscuros y ya no quedan héroes para hacerles frente.