Kael, Aprendiz Impaciente.
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Kael, Aprendiz Impaciente.
Nombre: Kael Fletcher.
Edad: 20 años.
Raza: Humano.
Origen: Lothering.
Aspecto: Kael es un chico joven de estatura media y complexión delgada, debido a sus largos años de estudio encerrado en la torre del lago Calenhad. Posee un físico poco desarrollado y una piel pálida que contrasta gravemente con su oscuro cabello corto dándole un aspecto quebradizo o enfermizo. A pesar de su corta edad presenta un porte serio y agravado más propio de una infancia difícil que de vida de erudito enclaustrado y tiende a pasar largos ratos con la mirada perdida en ninguna parte en especial, casi como despertando de un sueño. Esto le da el aspecto de un joven tímido y distante que a algunas personas les resulta bastante atractivo. Le gusta vestir con túnicas recias y siempre lleva innumerables bolsillos y adornos sobre ellas; además lleva varios pendientes en las orejas y un tatuaje con tinta incolora y pigmentos de lirio, obra de un habilidoso viejo amigo, que brilla con intensidad azul cuando canaliza su poder recorriendo su cuerpo con filigranas de ese color en rectos patrones.
Psique: La mente Kael es un torbellino salvaje de emociones enfrentadas, deseos propios y problemas emocionales. Su infancia fue solitaria y dura en los calles de Lothering, buscando cualquier oportunidad con la que llevar dinero a su hogar; y eso ha dejado una indeleble huella en su personalidad. El rechazo de los demás y la traición final de su madre fueron una prueba difícil de superar, que ha definido su independiente y solitario modo de actuar. A pesar de ello, suele presentarse como una persona más o menos cordial, aunque algo difícil de tratar. Carece de la arrogancia de otros hechiceros, aunque es un poco paranoico y a veces tiende a pensar que los demás lo rechazan sin que estos digan palabra alguna. Es un niño que creció demasiado deprisa y ahora no entiende el cómo funciona el mundo en su aspecto más sencillo. Demuestra cierta timidez en las reuniones sociales y prefiere los pequeños grupos a las multitudes. Suele ser reflexivo, pero muy impaciente, por lo que prefiere probar una hipótesis a llevarse horas con opiniones inconclusas. Por su tutora siente una mezcla entre cariño y dependencia que lo enfurece cuando se da cuenta. Con la llegada de la madurez se ha creado entre ellos un pequeño abismo y dada la proximidad de ambos, cierta tensión. Algunos opinan que el chico puede ser peligroso y otros temen el día en que explote por fin. Entre los Encantadores hay opiniones dispares, aunque algunos no tienen reparos en recomendar el Rito de la Tranquilidad para evitar riesgos con él. A día de hoy, Kael reniega de su apellido. Ya no tiene familia, pues esta le ha abandonado. Ahora solo se reconoce por Kael del Círculo de los Hechiceros, a falta de un título mejor.
Historia: Kael nació hace no muchos años en Lothering en un tiempo más tranquilo, años después de que la Ruina acabase y la paz de rey Alistair se estableciese. Su madre Marion Fletcher, una tabernera de la posada local, lo concibió aún siendo muy joven. De su padre poco se sabe, pues ella misma nunca quiso contar nada, pero muy posiblemente fuese un apuesto viajero de paso por el villado. Durante su infancia, el joven tuvo que aprender a ganarse la vida haciendo recados, aunque como había nacido con un físico débil y poco importante, las labores más pesadas no era capaz de llevarlas a cabo. Pasaron épocas de crisis y su madre trabajaba más de lo habitual; y cuando regresaba pagaba sus frustraciones a gritos con el niño. Durante estos momentos es cuando empezaron a suceder extrañas cosas en la casa: mientras el niño gritaba o lloraba, los objetos salían despedidos por los aires, la leche se agriaba y/o la luz de los candiles cobraba vida. Su madre siempre terminaba asustada tras esos fenómenos extraños, pero nunca pensó que su hijo podía estar maldito con el don de la magia.
Hasta que un día una multitud furiosa irrumpió en su casa. Llevaban horcas y antorchas y afirmaban que el niño estaba poseído por el mal, causando a la villa innumerables problemas. Las cosechas se estropeaban y las reses nacían deformes y había que darles muerte; y todos sabían de las cosas extrañas que ocurrían en la casa de los Fletcher. Así que la turba exaltada pretendía lapidar al niño y acabar con su maldición. El crío entre lágrimas y ruegos se agarró a las faldas de su madre, pero esta, temiendo su destino, lo repudió. Gritando a todos que no era su culpa, que su hijo había nacido maldito y malvado, lo entregó a los campesinos hambrientos de su justicia. Y probablemente la historia de Kael hubiese terminado ahí de no ser por un grupo de templarios de la Capilla que volvían de una cacería fructuosa en los lindes de la espesura. Con sus pesadas armaduras se adentraron entre la multitud y reconocieron las señales evidentes. El chico era un mago y debía ser llevado a la torre del Círculo para su adiestramiento. Triste y solo, Kael abandonó la vida que conocía, una vida de la que lo habían echado, por la incertidumbre de la torre y el estudio arcano.
Allí aprendió a leer y a escribir y conoció la historia de Ferelden de la pluma de los mejores historiadores. Entabló amistad con otros niños perdidos como él y creció en madurez e intelecto mucho más rápido que los demás. Kael tenía mucho potencial, pero necesitaba una voluntad fuerte y mucha concentración para dominarlo. Cuando estuvo listo, le fue encomendado a una tutora, la Encantadora Salvya, una chica de enorme talento que con solo unos cuantos años más que él, ya había llegado a ese puesto. Los primeros momentos fueron difíciles, porque el chico era terco y un poco rebelde, pero con los años, Kael aprendió a confiar en ella. A pesar de todo siempre fue muy solitario e individualista, creándole mil problemas y quebraderos de cabeza a Salvya. Ella veía el gran potencial del chico, pero sabía que necesitaba mucha disciplina para domarlo; de ahí que sus hechizos a veces se saliesen de control y provocasen accidentes.
A día de hoy, Kael progresa en su estudio y práctica arcana a pesar de todo, preparándose para la gran prueba que será su Angustia. La relación con su tutora se está resquebrajando conforme el chico se convierte en hombre y empieza a tomar las riendas de su propia vida. En el fondo siente que esta no lo deja avanzar como a él le gustaria; y detesta ese control que Salvya ejerce sobre él. Su impaciencia y frustración se están convirtiendo poco a poco en un bomba de relojería que no pasa desapercibida durante las, ultimamente abundantes, discusiones con su tutora.
Posesiones: Kael no posee mucho más que su ropa y varios utensilios personales.
Clase/Concepto: Mago Primordial.
Habilidades de clase: Durante sus años ha aprendido a leer y a escribir y ha devorado muchos tomos de conocimiento arcano e historia del Reino. A pesar de ello, dada su impaciencia prefiere la experimentación real. Sus estudios se basan sobre todo en control elemental y nuevas formas de dominar su poder. No es demasiado bueno en Alquimia ni en estudio de las lenguas muertas ya que le parecen materias aburridas. En su primordialismo se ha centrado en la senda del Agua y el Aire, con las que se siente más cómodo, ya que considera que son esenciales para la vida.
Edad: 20 años.
Raza: Humano.
Origen: Lothering.
Aspecto: Kael es un chico joven de estatura media y complexión delgada, debido a sus largos años de estudio encerrado en la torre del lago Calenhad. Posee un físico poco desarrollado y una piel pálida que contrasta gravemente con su oscuro cabello corto dándole un aspecto quebradizo o enfermizo. A pesar de su corta edad presenta un porte serio y agravado más propio de una infancia difícil que de vida de erudito enclaustrado y tiende a pasar largos ratos con la mirada perdida en ninguna parte en especial, casi como despertando de un sueño. Esto le da el aspecto de un joven tímido y distante que a algunas personas les resulta bastante atractivo. Le gusta vestir con túnicas recias y siempre lleva innumerables bolsillos y adornos sobre ellas; además lleva varios pendientes en las orejas y un tatuaje con tinta incolora y pigmentos de lirio, obra de un habilidoso viejo amigo, que brilla con intensidad azul cuando canaliza su poder recorriendo su cuerpo con filigranas de ese color en rectos patrones.
Psique: La mente Kael es un torbellino salvaje de emociones enfrentadas, deseos propios y problemas emocionales. Su infancia fue solitaria y dura en los calles de Lothering, buscando cualquier oportunidad con la que llevar dinero a su hogar; y eso ha dejado una indeleble huella en su personalidad. El rechazo de los demás y la traición final de su madre fueron una prueba difícil de superar, que ha definido su independiente y solitario modo de actuar. A pesar de ello, suele presentarse como una persona más o menos cordial, aunque algo difícil de tratar. Carece de la arrogancia de otros hechiceros, aunque es un poco paranoico y a veces tiende a pensar que los demás lo rechazan sin que estos digan palabra alguna. Es un niño que creció demasiado deprisa y ahora no entiende el cómo funciona el mundo en su aspecto más sencillo. Demuestra cierta timidez en las reuniones sociales y prefiere los pequeños grupos a las multitudes. Suele ser reflexivo, pero muy impaciente, por lo que prefiere probar una hipótesis a llevarse horas con opiniones inconclusas. Por su tutora siente una mezcla entre cariño y dependencia que lo enfurece cuando se da cuenta. Con la llegada de la madurez se ha creado entre ellos un pequeño abismo y dada la proximidad de ambos, cierta tensión. Algunos opinan que el chico puede ser peligroso y otros temen el día en que explote por fin. Entre los Encantadores hay opiniones dispares, aunque algunos no tienen reparos en recomendar el Rito de la Tranquilidad para evitar riesgos con él. A día de hoy, Kael reniega de su apellido. Ya no tiene familia, pues esta le ha abandonado. Ahora solo se reconoce por Kael del Círculo de los Hechiceros, a falta de un título mejor.
Historia: Kael nació hace no muchos años en Lothering en un tiempo más tranquilo, años después de que la Ruina acabase y la paz de rey Alistair se estableciese. Su madre Marion Fletcher, una tabernera de la posada local, lo concibió aún siendo muy joven. De su padre poco se sabe, pues ella misma nunca quiso contar nada, pero muy posiblemente fuese un apuesto viajero de paso por el villado. Durante su infancia, el joven tuvo que aprender a ganarse la vida haciendo recados, aunque como había nacido con un físico débil y poco importante, las labores más pesadas no era capaz de llevarlas a cabo. Pasaron épocas de crisis y su madre trabajaba más de lo habitual; y cuando regresaba pagaba sus frustraciones a gritos con el niño. Durante estos momentos es cuando empezaron a suceder extrañas cosas en la casa: mientras el niño gritaba o lloraba, los objetos salían despedidos por los aires, la leche se agriaba y/o la luz de los candiles cobraba vida. Su madre siempre terminaba asustada tras esos fenómenos extraños, pero nunca pensó que su hijo podía estar maldito con el don de la magia.
Hasta que un día una multitud furiosa irrumpió en su casa. Llevaban horcas y antorchas y afirmaban que el niño estaba poseído por el mal, causando a la villa innumerables problemas. Las cosechas se estropeaban y las reses nacían deformes y había que darles muerte; y todos sabían de las cosas extrañas que ocurrían en la casa de los Fletcher. Así que la turba exaltada pretendía lapidar al niño y acabar con su maldición. El crío entre lágrimas y ruegos se agarró a las faldas de su madre, pero esta, temiendo su destino, lo repudió. Gritando a todos que no era su culpa, que su hijo había nacido maldito y malvado, lo entregó a los campesinos hambrientos de su justicia. Y probablemente la historia de Kael hubiese terminado ahí de no ser por un grupo de templarios de la Capilla que volvían de una cacería fructuosa en los lindes de la espesura. Con sus pesadas armaduras se adentraron entre la multitud y reconocieron las señales evidentes. El chico era un mago y debía ser llevado a la torre del Círculo para su adiestramiento. Triste y solo, Kael abandonó la vida que conocía, una vida de la que lo habían echado, por la incertidumbre de la torre y el estudio arcano.
Allí aprendió a leer y a escribir y conoció la historia de Ferelden de la pluma de los mejores historiadores. Entabló amistad con otros niños perdidos como él y creció en madurez e intelecto mucho más rápido que los demás. Kael tenía mucho potencial, pero necesitaba una voluntad fuerte y mucha concentración para dominarlo. Cuando estuvo listo, le fue encomendado a una tutora, la Encantadora Salvya, una chica de enorme talento que con solo unos cuantos años más que él, ya había llegado a ese puesto. Los primeros momentos fueron difíciles, porque el chico era terco y un poco rebelde, pero con los años, Kael aprendió a confiar en ella. A pesar de todo siempre fue muy solitario e individualista, creándole mil problemas y quebraderos de cabeza a Salvya. Ella veía el gran potencial del chico, pero sabía que necesitaba mucha disciplina para domarlo; de ahí que sus hechizos a veces se saliesen de control y provocasen accidentes.
A día de hoy, Kael progresa en su estudio y práctica arcana a pesar de todo, preparándose para la gran prueba que será su Angustia. La relación con su tutora se está resquebrajando conforme el chico se convierte en hombre y empieza a tomar las riendas de su propia vida. En el fondo siente que esta no lo deja avanzar como a él le gustaria; y detesta ese control que Salvya ejerce sobre él. Su impaciencia y frustración se están convirtiendo poco a poco en un bomba de relojería que no pasa desapercibida durante las, ultimamente abundantes, discusiones con su tutora.
Posesiones: Kael no posee mucho más que su ropa y varios utensilios personales.
Clase/Concepto: Mago Primordial.
Habilidades de clase: Durante sus años ha aprendido a leer y a escribir y ha devorado muchos tomos de conocimiento arcano e historia del Reino. A pesar de ello, dada su impaciencia prefiere la experimentación real. Sus estudios se basan sobre todo en control elemental y nuevas formas de dominar su poder. No es demasiado bueno en Alquimia ni en estudio de las lenguas muertas ya que le parecen materias aburridas. En su primordialismo se ha centrado en la senda del Agua y el Aire, con las que se siente más cómodo, ya que considera que son esenciales para la vida.
Kael- Mensajes : 9
Fecha de inscripción : 01/12/2010
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