Cerveza amarga
2 participantes
Página 1 de 1.
Cerveza amarga
El aire estaba enrarecido por el humo y los olores concentrados, fluctuaba como espesas estelas ondulantes. Las mesas estaba abarrotadas gracias a la persistente lluvia que azotaba la plaza del mercado; sin lugar a dudas era un momento maravilloso para hacer negocio con un cuenco de estofado amargo. Desde la cocina de oían gritos ante la urgencia de las demandas de comida de todas las bocas hambrientas y desconsiderabas que ocupaban el espacio de la taberna; mientras las muchachas iban de un lado a otro cargando con jarras de cerveza y vino, y platos con carne y pan.
Sentado junto a la barra, Eisen escuchaba con desidia el ir y venir de los impacientes clientes del Noble Roído. Sujetaba una jarra de barro con cerveza mientras notaba como sus botas habian dejado calar el agua hasta sus pies; tenía los pantalones y los hombros mojados. Había llegado escasas horas antes a Denerim, según tenía entendido la ciudad real estaba necesitada de brazos para encargarse de los asuntos que normalmente, nadie estaría dispuesto a hacer. Y sus armas llevaban mucho tiempo sin desenvainarse, además, necesitaba engordar su bolsa de monedas. Llevaba algún tiempo sin hacer nada importante, quizás algún que otro asunto menor como buscar a unos asaltantes en algún pueblucho del Bannorn pero necesitaba de algo más. Era un condenado guerrero, su espíritu necesitaba de algo más serio, más grande.
Dio un sorbo a la cerveza y la depositó con un golpe sordo sobre la mesa de la barra. Sus ojos azules escrutaron la estancia en busca, quizás por instinto, de algo que le hiciera levantarse de la silla y dejar que unos cuantos dientes abandonasen la boca de algún desagraciado. Sin embargo, la tarde parecía tranquila. Gruñó con acritud volviendo a centrar su atención sobre la cerveza.
-¿Desea algo de comer, caballero?
Una camarera de cabello rubio y senos abultados lo miraba con una sonrisa fingida grabada a fuego en la cara. Por sus ademanes, dejaba muy claro para que estaba allí. Sacó un par de monedas de cobre de su bolsa y las dejó sobre la mesa.
-No me pongas agua sucia, ¿entendido? -masculló sin mirar aquellos dos bultos de carne que la camarera blandía delante de su cara-.
Eisen suspiró con hastio. El mundo no cambiaba lo más mínimo, no importaba qué hubiera sucedido en el pasado ni las heridas que todavía eran visibles; la gente de aquel lugar parecían haber olvidado lo que sucedió tiempo atrás. Mientras él, deseaba por todos los medios posibles que algo sucediera de nuevo.
Sentado junto a la barra, Eisen escuchaba con desidia el ir y venir de los impacientes clientes del Noble Roído. Sujetaba una jarra de barro con cerveza mientras notaba como sus botas habian dejado calar el agua hasta sus pies; tenía los pantalones y los hombros mojados. Había llegado escasas horas antes a Denerim, según tenía entendido la ciudad real estaba necesitada de brazos para encargarse de los asuntos que normalmente, nadie estaría dispuesto a hacer. Y sus armas llevaban mucho tiempo sin desenvainarse, además, necesitaba engordar su bolsa de monedas. Llevaba algún tiempo sin hacer nada importante, quizás algún que otro asunto menor como buscar a unos asaltantes en algún pueblucho del Bannorn pero necesitaba de algo más. Era un condenado guerrero, su espíritu necesitaba de algo más serio, más grande.
Dio un sorbo a la cerveza y la depositó con un golpe sordo sobre la mesa de la barra. Sus ojos azules escrutaron la estancia en busca, quizás por instinto, de algo que le hiciera levantarse de la silla y dejar que unos cuantos dientes abandonasen la boca de algún desagraciado. Sin embargo, la tarde parecía tranquila. Gruñó con acritud volviendo a centrar su atención sobre la cerveza.
-¿Desea algo de comer, caballero?
Una camarera de cabello rubio y senos abultados lo miraba con una sonrisa fingida grabada a fuego en la cara. Por sus ademanes, dejaba muy claro para que estaba allí. Sacó un par de monedas de cobre de su bolsa y las dejó sobre la mesa.
-No me pongas agua sucia, ¿entendido? -masculló sin mirar aquellos dos bultos de carne que la camarera blandía delante de su cara-.
Eisen suspiró con hastio. El mundo no cambiaba lo más mínimo, no importaba qué hubiera sucedido en el pasado ni las heridas que todavía eran visibles; la gente de aquel lugar parecían haber olvidado lo que sucedió tiempo atrás. Mientras él, deseaba por todos los medios posibles que algo sucediera de nuevo.
Última edición por Eisen Koll el Lun Dic 06, 2010 12:53 am, editado 1 vez
Eisen Koll- Mensajes : 10
Fecha de inscripción : 29/11/2010
Re: Cerveza amarga
Como cada noche Erienne paseaba por las calles de Denerim, siempre por las más lúgubres, pero no por ello las más tenebrosas, de hecho, para ella, eran de lo más acogedoras. El frío no solo inundaba las calles, si no también los cuerpos. Pronto su caminata se detuvo, frente a la taberna, la que era costumbre entrar todas las noches y llevarse algo de beber a la boca y así entrar en calor.
El sitio era calido, confortable, con el aroma a comida recién hecha, una comida que al olerla las bocas se hacían agua. Pero ella no estaba allí para comer, se quitó la capucha que le cubría casi todo el rostro. Miró a todos los sitios posibles para sentarse, esta noche aquello estaba más vivo.
Los hombres habían parado en la taberna a coger calor, a poder llevarse algo a la boca y a emborracharse, Erienne venía a por las tres. En la cocina se escuchaba jaleo, quizás aquella noche iba a tener que buscarse la comida en otro sitio, no es que le importase, ya estaba acostumbrada.
Aun así intentó tener suerte. Se sentó en una silla cerca de un hombre alto y robusto, de pelo largo y castaño oscuro, estaba hablando con una camarera, era su oportunidad, antes de que se fuese para pedirle una jarra de vino.
- Y una jarra de vino señora.
Dijo colocando los pies sobre la mesa y se colocaba en una postura un tanto incomoda, inclinada en su asiento sostenido por tan solo dos patas.
El sitio era calido, confortable, con el aroma a comida recién hecha, una comida que al olerla las bocas se hacían agua. Pero ella no estaba allí para comer, se quitó la capucha que le cubría casi todo el rostro. Miró a todos los sitios posibles para sentarse, esta noche aquello estaba más vivo.
Los hombres habían parado en la taberna a coger calor, a poder llevarse algo a la boca y a emborracharse, Erienne venía a por las tres. En la cocina se escuchaba jaleo, quizás aquella noche iba a tener que buscarse la comida en otro sitio, no es que le importase, ya estaba acostumbrada.
Aun así intentó tener suerte. Se sentó en una silla cerca de un hombre alto y robusto, de pelo largo y castaño oscuro, estaba hablando con una camarera, era su oportunidad, antes de que se fuese para pedirle una jarra de vino.
- Y una jarra de vino señora.
Dijo colocando los pies sobre la mesa y se colocaba en una postura un tanto incomoda, inclinada en su asiento sostenido por tan solo dos patas.
Erienne Veanna- Mensajes : 13
Fecha de inscripción : 02/12/2010
Edad : 34
Re: Cerveza amarga
La voz colocada a su lado lo hizo salir de su ansiada soledad; con mirada adusta y semblante serio, Eisen contempló con detenida calma a la joven elfa que se había colocado justo a su lado. Apretó la mandíbula conteniendo su desagrado, dándole un nuevo sorbo a la cerveza. La soltura de la joven le resultaba extraña y descarada, sobretodo cuando los elfos no estaban en una situación nada beneficiosa en la ciudad dadas las últimas noticias; algunos los culpaban de la desaparición y muerte del rey, lo cual no era poco. Pero a aquella criatura parecía no afectarle... o lo ignoraba muy bien. Si él hubiera sido un elfo, se habría atenido a buen cuidado con la cuidad patas arriba y los guardias vigilando su trasero a la espera de poder patearlo.
La camarera no se hizo de rogar demasiado y al cabo de unos minutos trajo consigo un plato con carne estofada, patatas guisadas y una gruesa rebanada de pan. El olor, denso y aromático como las porquerizas de cualquier granjero le abrieron las puertas al mismísimo paraíso. Llevaba días sin comer nada que oliera a humedad y estuviera duro como una piedra; aunque no fuese el mejor manjar del mundo, a sus ojos era una deliciosa cena. Se sacó las correas de cuero que rodeaban sus manos sujetanto los brazales y cortó un trozo de pan sin usar el cuchillo. Tenía modales por supuesto, pero ni le apetecía hacer gala de ellos ni era el mejor sitio para ello. Tomando el mendrugo como cuchara, se llevó una porción de carne a la boca. De haber estado solo, posiblemente hubiera empezado a creer firmemente en el Hacedor, pero su rostro sólo mostraba su concentración en el plato, lejos de la algarabía de la posada.
Ni siquiera la muchacha élfica lograría sacarlo de su particular paraíso.
-Eh, ponme un poco más de estofado -dijo llamando a la camarera de nuevo alzando la cabeza-.
-¿Eso quiere decir que te ha gustado, cariño? -rió la mujer apoyándose sobre la mesa en uno de sus codos, mostrando de nuevo sus inigualables atributos-. Hay muchas otras cosas en esta lugar que podrían gustarte.
Eisen la miró con severidad, frunciendo el ceño. No le gustaban esas muestras de confianza.
-Tú limítate a traerme lo que te he pedido; el resto no me interesa -masculló con voz grave y amenazadora-.
La mujer se marchó con indignación.
La camarera no se hizo de rogar demasiado y al cabo de unos minutos trajo consigo un plato con carne estofada, patatas guisadas y una gruesa rebanada de pan. El olor, denso y aromático como las porquerizas de cualquier granjero le abrieron las puertas al mismísimo paraíso. Llevaba días sin comer nada que oliera a humedad y estuviera duro como una piedra; aunque no fuese el mejor manjar del mundo, a sus ojos era una deliciosa cena. Se sacó las correas de cuero que rodeaban sus manos sujetanto los brazales y cortó un trozo de pan sin usar el cuchillo. Tenía modales por supuesto, pero ni le apetecía hacer gala de ellos ni era el mejor sitio para ello. Tomando el mendrugo como cuchara, se llevó una porción de carne a la boca. De haber estado solo, posiblemente hubiera empezado a creer firmemente en el Hacedor, pero su rostro sólo mostraba su concentración en el plato, lejos de la algarabía de la posada.
Ni siquiera la muchacha élfica lograría sacarlo de su particular paraíso.
-Eh, ponme un poco más de estofado -dijo llamando a la camarera de nuevo alzando la cabeza-.
-¿Eso quiere decir que te ha gustado, cariño? -rió la mujer apoyándose sobre la mesa en uno de sus codos, mostrando de nuevo sus inigualables atributos-. Hay muchas otras cosas en esta lugar que podrían gustarte.
Eisen la miró con severidad, frunciendo el ceño. No le gustaban esas muestras de confianza.
-Tú limítate a traerme lo que te he pedido; el resto no me interesa -masculló con voz grave y amenazadora-.
La mujer se marchó con indignación.
Eisen Koll- Mensajes : 10
Fecha de inscripción : 29/11/2010
Re: Cerveza amarga
La camarera trajo la jarra de vino y la dejó en la mesa, con una mirada un tanto desconfiada a lo que Erienne le respondió con una mirada amenazadora. No es que se creyese poderosa, pero estaba harta de que los humanos la viesen como a una esclava, ella jamás se sometería ante uno.
Cogió la jarra y se sirvió varias veces en el vaso de barro tras bebérselo entero. Cuando a aquel hombre que estaba junto a ella le llegó su pedido Erienne comenzó a olerlo, realmente tenía gusto aquel humano, olía demasiado bien la comida. Nada comparado con la caza de los bosques, aquello era una comida elaborada, una comida caliente, un manjar.
Miró su cartera, realmente no le llegaba para pagar una comida como aquella. Miró al tipo, un guerrero…. ¿mercenario quizás? Podría tener dinero, pero sabía que no era lo más astuto robarle. Miró a su otro bando, un enano borracho. Perfecto. El enano parecía un mercader, entonces tendría mucho dinero.
Se deslizó hasta su vera, moviéndose lo más mínimo de su asiento para que no sospecharan. Aunque con la gente que había dudaba que se fuesen a fijar en ella. Miró en su cinturón y allí estaba, una bolsa con, lo que parecían, monedas. Miró al tipo que anteriormente había pedido la comida, no la estaba mirando. La camarera tampoco miraba, ni ninguno de aquella sala. Despacio y con mucha precaución tomó unas cuantas monedas, así le seguiría pesando y no sabrían cuanto le habían robado.
Colocó el dinero sobre la mesa y de nuevo llamó a la camarera con casi lo que se podía denominar un silbido.
- Póngame otro de esos – dijo señalando al humano de su vera – Y otro de estos – dijo señalando su jarra de vino.
Colocó el dinero sobre la mesa.
- Y lo que sobre se lo dejo de propina, hoy estoy generosa. – dijo intentando no reírse frente a ella.
Cogió la jarra y se sirvió varias veces en el vaso de barro tras bebérselo entero. Cuando a aquel hombre que estaba junto a ella le llegó su pedido Erienne comenzó a olerlo, realmente tenía gusto aquel humano, olía demasiado bien la comida. Nada comparado con la caza de los bosques, aquello era una comida elaborada, una comida caliente, un manjar.
Miró su cartera, realmente no le llegaba para pagar una comida como aquella. Miró al tipo, un guerrero…. ¿mercenario quizás? Podría tener dinero, pero sabía que no era lo más astuto robarle. Miró a su otro bando, un enano borracho. Perfecto. El enano parecía un mercader, entonces tendría mucho dinero.
Se deslizó hasta su vera, moviéndose lo más mínimo de su asiento para que no sospecharan. Aunque con la gente que había dudaba que se fuesen a fijar en ella. Miró en su cinturón y allí estaba, una bolsa con, lo que parecían, monedas. Miró al tipo que anteriormente había pedido la comida, no la estaba mirando. La camarera tampoco miraba, ni ninguno de aquella sala. Despacio y con mucha precaución tomó unas cuantas monedas, así le seguiría pesando y no sabrían cuanto le habían robado.
Colocó el dinero sobre la mesa y de nuevo llamó a la camarera con casi lo que se podía denominar un silbido.
- Póngame otro de esos – dijo señalando al humano de su vera – Y otro de estos – dijo señalando su jarra de vino.
Colocó el dinero sobre la mesa.
- Y lo que sobre se lo dejo de propina, hoy estoy generosa. – dijo intentando no reírse frente a ella.
Erienne Veanna- Mensajes : 13
Fecha de inscripción : 02/12/2010
Edad : 34
Re: Cerveza amarga
Eisen permanecia ajeno al bullicio de la taberna, incluso al escándalo que montaba la diminuta elfa que estaba a su lado. Desde que el rey le otorgase un puesto de bann en el consejo, parecía que los elfos habían prosperado o al menos, ya no se los trataba peor que antes. Aquella criatura parecía ser vivo reflejo del paso del tiempo: resuelta, atrevida e insensata en gran medida. Había oído que las cosas no estaba bien en Denerim desde la muerte del rey, según los rumores había grupos de elfos rebeldes que habían mandado junto al Hacedor a varios nombres en lo que llamaban una lucha por su libertad.
Se preguntaba, hasta qué punto sabría esa criatura donde se estaba metiendo comportándose de esa forma. Tendría suerte si no entraban guardias esa noche en busca de gresca y la tomasen con ella.
Su natural desconfianza le hizo apretarse un poco más su bolsa sobre la cintura; los dedos rápidos eran difíciles de ver, mucho cuando había tanta gente en un mismo sitio y en realidad, esa noche no estaba de humor para montar jaleo; sin embargo, sabía que si se daba el caso, le importaría un comino partirle la cara a un enano borracho o a una elfa de apariencia frágil. Había perdido los escrúpulos años atrás, desde que aprendió al dejar Risco Rojo que una mujer también aprende a empuñar un arma; llegado el caso, o dejabas que te desvalijasen o se lo impedías. Además, era un condenado mercenario, qué remilgos iba a tener con una mujer...
-Tsk -masculló tras darle un largo sorbor a su jarra de cerveza-.
No le gustaban las elfas; si una mujer humana ya podía ser peligrosa, más lo era una que aparentaba ser frágil y cuyo rostro podría encandilar al más necio. No, aquellas solo traían problemas... Todas las mujeres lo hacían.
Se preguntaba, hasta qué punto sabría esa criatura donde se estaba metiendo comportándose de esa forma. Tendría suerte si no entraban guardias esa noche en busca de gresca y la tomasen con ella.
Su natural desconfianza le hizo apretarse un poco más su bolsa sobre la cintura; los dedos rápidos eran difíciles de ver, mucho cuando había tanta gente en un mismo sitio y en realidad, esa noche no estaba de humor para montar jaleo; sin embargo, sabía que si se daba el caso, le importaría un comino partirle la cara a un enano borracho o a una elfa de apariencia frágil. Había perdido los escrúpulos años atrás, desde que aprendió al dejar Risco Rojo que una mujer también aprende a empuñar un arma; llegado el caso, o dejabas que te desvalijasen o se lo impedías. Además, era un condenado mercenario, qué remilgos iba a tener con una mujer...
-Tsk -masculló tras darle un largo sorbor a su jarra de cerveza-.
No le gustaban las elfas; si una mujer humana ya podía ser peligrosa, más lo era una que aparentaba ser frágil y cuyo rostro podría encandilar al más necio. No, aquellas solo traían problemas... Todas las mujeres lo hacían.
Eisen Koll- Mensajes : 10
Fecha de inscripción : 29/11/2010
Re: Cerveza amarga
((OFF: Siento el post tan corto))
La elfa con sus orejas escuchó un sonido, un mascullo de aquel humano. Le miró con ojos de superioridad con el vaso de vino cogido con su mano cercana a sus labios pero sin llegar a beber. ¿Acaso le molestaba que pidiese lo mismo que él? ¿O es que sería otro humano que desprecia los elfos?. Vio como su bolsa de monedas viajaba desde su lateral hasta su frente. Hombre listo, al menos sabía lo que le podía esperar.
- Camarera – dijo de nuevo levantando la mano, esta vez sin hacer mucho más ruido del que antes hacia. – Y otra jarra para mi compañero, creo que se ha atragantado con algo y necesita algo de bebida.- dijo entre sonrisa.
Quizás así dejase un poco su mal carácter a un lado y dejase de carraspear.
La elfa con sus orejas escuchó un sonido, un mascullo de aquel humano. Le miró con ojos de superioridad con el vaso de vino cogido con su mano cercana a sus labios pero sin llegar a beber. ¿Acaso le molestaba que pidiese lo mismo que él? ¿O es que sería otro humano que desprecia los elfos?. Vio como su bolsa de monedas viajaba desde su lateral hasta su frente. Hombre listo, al menos sabía lo que le podía esperar.
- Camarera – dijo de nuevo levantando la mano, esta vez sin hacer mucho más ruido del que antes hacia. – Y otra jarra para mi compañero, creo que se ha atragantado con algo y necesita algo de bebida.- dijo entre sonrisa.
Quizás así dejase un poco su mal carácter a un lado y dejase de carraspear.
Erienne Veanna- Mensajes : 13
Fecha de inscripción : 02/12/2010
Edad : 34
Re: Cerveza amarga
Los gélidos ojos de Eisen se clavaron en la pequeña elfa, mostrando su ánimo hosco y su talante de hombre poco agradecido. No era la persona que se dejaba lisonjear por algo así, prefería un largo silencio y su mutua indiferencia a tener que verse obligado a darle las gracias por algo, que no había pedido. La camarera no se hico de rogar demasiado tiempo y casi al instante llegó cargada con dos platos y un par de jarras en las manos, dejando al más diestro malabarista como un inútil a su lado. Eisen tomó su plato y lo arrastró delante suyo sin tomar la jarra que la elfa había pagado para él. Todavía le quedaba cerveza en la jarra y le apetecía algo caliente en lugar ahogarse en alcohol; además, dada la afluencia de gente esa lluviosa tarde en la taberna, no quería perder a nadie de vista.
-Quédate el vino -masculló sin tocar la jarra-. No deberías hacer alardes ahora mismo, cualquiera podría pensar que lo has robado.
El mercenario continuó comiendo con lentitud, saboreando cada trozo de carne en la boca. En poco rato estaría de nuevo fuera de la taberna en busca de algúnnoble estúpido que hubiera perdido algo y tuviera monedas. Odiaba su vida. En el fondo, detestaba tener que buscarse el pan de esa forma, prefería mil veces más la instrucción militar y la disciplina de los soldados que las miserias y la carroña de un mercenario. Él era así: hosco, agrio y disciplinado.
Un fuerte golpe en la puerta lo sacó de sus meditaciones. Se giro un poco sobre la silla para mirar el origen de aquel fuerte sonido. Tres soldados vestidos con cotas de mallas y capas empapadas de agua, avanzaban con pasos firmes hacia el interior; sus expresiones mostraban lo que venían a buscar. Eisen detestaba ese tipo de personas, no iban con él y su peculiar forma de entener la soldadesca.
-Intenta no invitar a nadie más o llamarás su atención -murmuró volviendo a su sitio, esperando que esas orejas picudas lo hubieran escuchado-. Son soldados, no estás en posición de hacerte la valiente con ellos.
No, pero algo le decía que esa noche terminaría con un par de magulladuras y maldiciendo a los elfos una vez más.
-Quédate el vino -masculló sin tocar la jarra-. No deberías hacer alardes ahora mismo, cualquiera podría pensar que lo has robado.
El mercenario continuó comiendo con lentitud, saboreando cada trozo de carne en la boca. En poco rato estaría de nuevo fuera de la taberna en busca de algúnnoble estúpido que hubiera perdido algo y tuviera monedas. Odiaba su vida. En el fondo, detestaba tener que buscarse el pan de esa forma, prefería mil veces más la instrucción militar y la disciplina de los soldados que las miserias y la carroña de un mercenario. Él era así: hosco, agrio y disciplinado.
Un fuerte golpe en la puerta lo sacó de sus meditaciones. Se giro un poco sobre la silla para mirar el origen de aquel fuerte sonido. Tres soldados vestidos con cotas de mallas y capas empapadas de agua, avanzaban con pasos firmes hacia el interior; sus expresiones mostraban lo que venían a buscar. Eisen detestaba ese tipo de personas, no iban con él y su peculiar forma de entener la soldadesca.
-Intenta no invitar a nadie más o llamarás su atención -murmuró volviendo a su sitio, esperando que esas orejas picudas lo hubieran escuchado-. Son soldados, no estás en posición de hacerte la valiente con ellos.
No, pero algo le decía que esa noche terminaría con un par de magulladuras y maldiciendo a los elfos una vez más.
Eisen Koll- Mensajes : 10
Fecha de inscripción : 29/11/2010
Re: Cerveza amarga
Aquel hombre parecía echar humos, desde luego hoy se habría levantado con mal pie si pasaba de una jarra de vino. ¿Quién en su sano juicio desperdiciaría tan divino manjar? Tal vez es que Erienne le tenía demasiado aprecio a la comida, de pequeña supo muy bien lo que era pasar hambre, ahora da gracias si puede permitirse comer, y llevarse algunos lujos a su paladar. Pero con tanto guardias por la ciudad no era nada fácil hacerlo.
- ¿Robado? – Miró a la camarera extrañada – Pero si lo ha traído ella misma, ¿como iba a robar yo el vino?
A veces hasta ella misma creía aquello, a veces su mentira para ella cobraba sentido y hasta ella misma lograba convencerse de ello. Miró su plato de comida, se veía delicioso. Casi se podría decir que engullía la comida, acercaba su rostro al plato y con los cubiertos se ayudaba para llevarse la comida a la boca, sin cortar la carne.
En aquellos momentos si la taberna hubiese estado sola, hubiese llamado la atención, pero para ella, hasta comer con las manos era algo normal, hasta los animales lo hacían.
Un fuerte golpe la sacó de su trance, dejo de centrarse en la comida para ver quién era el que había entrado de aquella manera con tan pocos modales. Tres tipos con capas entraron en aquel local. Una pícara como ella hubiese agachado la cabeza, seguir comiendo y seguir tan tranquila, intentar pasar desapercibido, quizás hasta largarse sin ser vista. Pero eso no iba con su orgullo, seguía manteniendo su cabeza erguida, sin mirar al suelo, si no a aquellos tipos, para después seguir comiendo tan tranquila.
Escuchó el consejo de su compañero de la mesa contigua, ella no se haría jamás la valiente, eran ellos los que tendrían que envalentonarse con ella. Al menos aun no la habían pillado en todos estos años que llevaba ella robando por aquel sitio. Tampoco es que le gustase llamar la atención, pero en su cofradía había vivido con cantidad de lujos sin temer a nada ni a nadie. El tener que estar ahora escondiéndose cabizbaja la molestaba bastante y no iba a dejarlo correr.
- ¿Robado? – Miró a la camarera extrañada – Pero si lo ha traído ella misma, ¿como iba a robar yo el vino?
A veces hasta ella misma creía aquello, a veces su mentira para ella cobraba sentido y hasta ella misma lograba convencerse de ello. Miró su plato de comida, se veía delicioso. Casi se podría decir que engullía la comida, acercaba su rostro al plato y con los cubiertos se ayudaba para llevarse la comida a la boca, sin cortar la carne.
En aquellos momentos si la taberna hubiese estado sola, hubiese llamado la atención, pero para ella, hasta comer con las manos era algo normal, hasta los animales lo hacían.
Un fuerte golpe la sacó de su trance, dejo de centrarse en la comida para ver quién era el que había entrado de aquella manera con tan pocos modales. Tres tipos con capas entraron en aquel local. Una pícara como ella hubiese agachado la cabeza, seguir comiendo y seguir tan tranquila, intentar pasar desapercibido, quizás hasta largarse sin ser vista. Pero eso no iba con su orgullo, seguía manteniendo su cabeza erguida, sin mirar al suelo, si no a aquellos tipos, para después seguir comiendo tan tranquila.
Escuchó el consejo de su compañero de la mesa contigua, ella no se haría jamás la valiente, eran ellos los que tendrían que envalentonarse con ella. Al menos aun no la habían pillado en todos estos años que llevaba ella robando por aquel sitio. Tampoco es que le gustase llamar la atención, pero en su cofradía había vivido con cantidad de lujos sin temer a nada ni a nadie. El tener que estar ahora escondiéndose cabizbaja la molestaba bastante y no iba a dejarlo correr.
Erienne Veanna- Mensajes : 13
Fecha de inscripción : 02/12/2010
Edad : 34
Re: Cerveza amarga
Con escepticismo, el corpulento mercenario miró a la elfa, quien con aires de ingenuidad acaba de delatarse a sí misma.
-¿Quién dice que hayas robado nada? -inquirió Eisen sintiendo como iba perdiendo la poca paciencia de la que el Hacedor le había hecho partícipe-. Mira, orejas picudas, no sé si eres consciente o no de como está la situación de tu gente en Denerim tras la muerte del rey, pero desde lugeo, será mucho peor para ti si vas largando a viva voz que has estado robando. ¿Entiendes?
Ni siquiera sabía qué diablos estaba haciendo advirtiéndola de su situación; aquella criatura no le importaba lo más mímino. Debería estar ignorándola, que era lo que cualquier persona sensata hubiera hecho en su sano juicio; no avisarla y dejar que saborease la humillación en el paladar. No los menospreciaba pero tantos años lejos del nido habían torcido parte de su recto sentido de la justicia y el honor; no iba a jugársela por una elfa andrajosa. Además, ni siquiera le resultaba atractiva; prefería una mujer humana, más rotunda, menos frágil.
Los soldados iban directamente a la barra donde estaban ellos. Posiblemente estuvieran fuera de servicio y aunque lo estuvieran, daría lo mismo, se comportarían del mismo modo. Pidieron a gritos varias jarras de vino, dirigiéndole miradas voraces a la camarera. Posiblemente, si no hubiera tenido un plato de comida por delante, se hubiera largado antes de que empezasen los problemas.
-¿Quién dice que hayas robado nada? -inquirió Eisen sintiendo como iba perdiendo la poca paciencia de la que el Hacedor le había hecho partícipe-. Mira, orejas picudas, no sé si eres consciente o no de como está la situación de tu gente en Denerim tras la muerte del rey, pero desde lugeo, será mucho peor para ti si vas largando a viva voz que has estado robando. ¿Entiendes?
Ni siquiera sabía qué diablos estaba haciendo advirtiéndola de su situación; aquella criatura no le importaba lo más mímino. Debería estar ignorándola, que era lo que cualquier persona sensata hubiera hecho en su sano juicio; no avisarla y dejar que saborease la humillación en el paladar. No los menospreciaba pero tantos años lejos del nido habían torcido parte de su recto sentido de la justicia y el honor; no iba a jugársela por una elfa andrajosa. Además, ni siquiera le resultaba atractiva; prefería una mujer humana, más rotunda, menos frágil.
Los soldados iban directamente a la barra donde estaban ellos. Posiblemente estuvieran fuera de servicio y aunque lo estuvieran, daría lo mismo, se comportarían del mismo modo. Pidieron a gritos varias jarras de vino, dirigiéndole miradas voraces a la camarera. Posiblemente, si no hubiera tenido un plato de comida por delante, se hubiera largado antes de que empezasen los problemas.
Eisen Koll- Mensajes : 10
Fecha de inscripción : 29/11/2010
Re: Cerveza amarga
- ¿Mi gente? - tocaba sus orejas picudas, es cierto era una elfa, a veces se sentía demasiado humana, era el inconveniente de pasar días y días con humanos, aunque seguía teniéndole tirria a algunos cada vez que veía a un elfo esclavo a merced de un ...bárbaro – Ya te he dicho que no estoy robando, nadie puede robar un líquido como el vino, es como si robases agua.
Erienne aun seguía sorprendida por aquel humano, él mismo había visto a al tabernera sirviendole a ella misma el vino, no podía ser robado. Miró varias veces la jarra, quizás llevase el nombre de alguien en la jarra y se había equivocado al servirlo...nada, ni un nombre.
De vez en cuando miraba a los guardias que estaban cerca suya, armaban demasiado escándalo, lástima que estuviese sola en aquel lugar, desde luego que quería emoción, pero aquello no estaba catalogado como tal. Robar a un noble, al propio rey o cometer un asesinato a plena luz del día sin que nadie te viese era emoción. Aunque aquello era un trofeo gratis, robar a unos guardias borrachos, quizás para cuando estuviesen borrachos no tendrían mucho oro encima, o tal vez si y pudiera permitirse comprar algo de comida y no acercarse tanto a la ciudad.
- ¿Es raro que un humano venga a advertirle a una elfa de como comportarse no crees? Más si cree que es una ladronzuela.
Erienne siguió bebiendo hasta que se terminó una jarra
- Otra jarra camarera
Si había algo aparte de robar que se le daba bien era aguantar el alcohol, había tenido que aprender para estar más capacitada que sus victimas. En cierto modo se sentía algo mal por el trato a la camarera, pero así eran tratados también mucho de los suyos, un humano en su misma situación le parecía hasta...cómico, el devolverle a la misma raza su misma enfermedad
Erienne aun seguía sorprendida por aquel humano, él mismo había visto a al tabernera sirviendole a ella misma el vino, no podía ser robado. Miró varias veces la jarra, quizás llevase el nombre de alguien en la jarra y se había equivocado al servirlo...nada, ni un nombre.
De vez en cuando miraba a los guardias que estaban cerca suya, armaban demasiado escándalo, lástima que estuviese sola en aquel lugar, desde luego que quería emoción, pero aquello no estaba catalogado como tal. Robar a un noble, al propio rey o cometer un asesinato a plena luz del día sin que nadie te viese era emoción. Aunque aquello era un trofeo gratis, robar a unos guardias borrachos, quizás para cuando estuviesen borrachos no tendrían mucho oro encima, o tal vez si y pudiera permitirse comprar algo de comida y no acercarse tanto a la ciudad.
- ¿Es raro que un humano venga a advertirle a una elfa de como comportarse no crees? Más si cree que es una ladronzuela.
Erienne siguió bebiendo hasta que se terminó una jarra
- Otra jarra camarera
Si había algo aparte de robar que se le daba bien era aguantar el alcohol, había tenido que aprender para estar más capacitada que sus victimas. En cierto modo se sentía algo mal por el trato a la camarera, pero así eran tratados también mucho de los suyos, un humano en su misma situación le parecía hasta...cómico, el devolverle a la misma raza su misma enfermedad
Erienne Veanna- Mensajes : 13
Fecha de inscripción : 02/12/2010
Edad : 34
Re: Cerveza amarga
Sin discreción alguna el guerrero se llamó la mano enguantada a la cara; desesperado por la incoherencia de aquella conversación. Realmente no sabía si era porque se le había subido el vino a la cabeza, o es que definitivamente era rematadamente estúpida. Se masajeó las sienes en un vano intento por obviar la respuesta ante su pregunta; los elfos no traían más que problemas, no sabían hacer otra cosa. Desde la muerte del rey las patrullas de soldados se habían triplicado casi gracias a la histeria colectiva de todos los nobles del Bannorn en un desesperado intento por colocar la cabeza del elfo traidor sobre una pica a las puertas de Denerim. Todo elfo estaba bajo sospecha desde entonces, ya que cualquiera podía dar cobijo y discreción a los suyos. Las viejas rencillas no habían desaparecido del todo, ni siquiera tras los liberales cambios del rey Alistair.
Eisen decidió que iba a volver a dirigirle la palabra a esa elfa, que ahora con mayor certeza que antes, debía ser una ratera. Era imposible no traslucir ante esas declaraciones casi a gritos por parecer una niña que jamás había roto un plato. A él no le convencía, bueno... ni a él ni al viejo perro que siempre iba consigo llamado recelo. Volvió a fijar la vista delante del plato mientras sus dedos se asían con fuerza alrededor de la jarra. Un sorbo largo y ruidoso.
-Camarera... otra... -masculló dejando caer la jarra con un golpe sordo sobre la mesa-.
Uno de los soldados se detuvo casi a su lado, gritando a viva voz que le trajeran algo para enjuagar la garganta, mientras los otros dos, como si el maldito y condenado Hacedor quisiera tentar su agria paciencia, fueron a parar al lado de la diminuta elfa. No tardaron poco en dar con ella: una elfa era demasiado llamativa como para pasar desapercibida aunque estuviera rodeada de humanos en una taberna atestada de gente. Las elfas se habían convertido en compañía escasa o muy cara desde los cambios de estratos; una como aquella, sola en mitad de una ciudad de humanos, era un cordero en el matadero. Un par de miradas ávidas se clavaron en la elfa.
Eisen decidió que iba a volver a dirigirle la palabra a esa elfa, que ahora con mayor certeza que antes, debía ser una ratera. Era imposible no traslucir ante esas declaraciones casi a gritos por parecer una niña que jamás había roto un plato. A él no le convencía, bueno... ni a él ni al viejo perro que siempre iba consigo llamado recelo. Volvió a fijar la vista delante del plato mientras sus dedos se asían con fuerza alrededor de la jarra. Un sorbo largo y ruidoso.
-Camarera... otra... -masculló dejando caer la jarra con un golpe sordo sobre la mesa-.
Uno de los soldados se detuvo casi a su lado, gritando a viva voz que le trajeran algo para enjuagar la garganta, mientras los otros dos, como si el maldito y condenado Hacedor quisiera tentar su agria paciencia, fueron a parar al lado de la diminuta elfa. No tardaron poco en dar con ella: una elfa era demasiado llamativa como para pasar desapercibida aunque estuviera rodeada de humanos en una taberna atestada de gente. Las elfas se habían convertido en compañía escasa o muy cara desde los cambios de estratos; una como aquella, sola en mitad de una ciudad de humanos, era un cordero en el matadero. Un par de miradas ávidas se clavaron en la elfa.
Eisen Koll- Mensajes : 10
Fecha de inscripción : 29/11/2010
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.